CRÓNICA

16 de abril. Sábado de Semana Santa en un Madrid que se derrite a casi 30 grados de temperatura. Cualquiera de las estampas que fotografían una capital consumista, abarrotada de turistas y llena de luz distan mucho de la que nos espera en las profundidades de la sala Mon. La oscuridad roba el protagonismo a los rayos de sol, el optimismo y la algarabía tornan en angustia, sin embargo, el ansia del público nada tiene que envidiar al que se vive ahí fuera.

Y es que, pese a la caída de los japoneses Envy del cartel inicial y de una espera que se alarga desde finales de 2020 -con la concesión de un acústico el pasado octubre- ver a Amenra en su máximo esplendor sigue siendo una de las experiencias más intensas que se pueden ver en la escena actual. Y aunque pudiera parecer lo contrario por la sencillez instrumental y la distancia estilística de Ulmus (invitado final en la fecha de Madrid tras la baja de Jo Quail), algo que logramos sentir desde las primeras notas de la noche.

Como casi todo el mundo, desconocía por completo la faceta musical de Xavi Forné más allá de Malämmar y, por supuesto, Error! Design, por lo que antes de enraizar este curioso proyecto de Acoustic Neo-Folk instrumental sobre las tablas tocaba explicar el origen y su razón de ser.

De hecho, la naturalidad con la que el propio Xavi habló de problemas como la agorafobia y la catarsis que supuso escribir este tipo de temas allá por 2013 para superarla y de mantener silencio por la naturaleza de algo tan personal, nos ayudó a crear el clímax necesario y, sobre todo, entender pasajes tan bonitos y etéreos como los de "Nerthus", "Freyja" o "Skaði", donde el trío completado por Eugeni Pulido a la guitarra y Elías al contrabajo dejaba a Xavi solo en el escenario para ofrecer algo aún más íntimo.

Sin mediar palabra y al ritmo del sutil tintineo metálico que da entrada a "Boden" comenzaban a aparecer Bjorn, Mathieu, Lennart y Tim en escena, con la figura de Colin emergiendo levemente y asentándose en su clásica postura de espaldas al público para dar voz y dolor a esta purgación colectiva. Las tímidas notas iniciales de "Razoreater" bastaron para arrancar los primeros signos de aprobación, explotando en el muro sónico de sus partes más densas y haciéndonos levitar en esa parte central atmosférica que solo anticipa una tormenta aún más virulenta. Al igual que "Het Gloren", fundiendo su pesado, largo y oscuro riff inicial en los claustrofóbicos gritos de Colin y su recitado posterior, aunque cierto sector del público se empeñara en no respetar del todo el silencio que este exige. Mucho nos queda por aprender de otros países europeos en este sentido.

Ver a Amenra en directo es una experiencia que va mucho más allá de lo musical, pura belleza nacida del dolor, y las proyecciones que acompañan a su música no hacen más que ayudar a que el modo de vivirlo sea lo más inmersivo posible. De este modo se sucederían temas tan asfixiantes como "Plus Près de Toi", un "Terziele" muy aclamado en su explosivo acto final o "Am Kreuz", de la más antigua de sus misas en la noche de hoy ("Mass III"), con su percusión mecánica y elegante armonía. "De Evenmens" sería el segundo y último extracto del último trabajo, "De Doorn", uno de los cortes más celebrados de la velada que pareció defender todas sus credenciales ante todo aquél que dijera que este disco no ha acabado de cuajar tanto entre su público.

El foso se encontraba ya plenamente hipnotizado, pero aún faltaba culminar la ceremonia con dos de sus temas más representativos. Por un lado la melodía más hipnótica de toda la noche, esta no es otra que la de "A Solitary Reign", y por otro los once opresivos minutos de "Diaken", con los que se cerraba una actuación que sabes guardarás para el recuerdo. Ni la música ni el directo de Amenra son aptos para todo el público, sin embargo, pocos logran captar tal nivel de intensidad en su profundo ritual.