PELÍCULAS
por MrReilly el 07 de Junio de 2013
La empresa de Syd se dedica a un negocio peculiar: compra a las celebrities los genes de sus enfermedades para luego vendérselo a unos pobres mortales que obsesionados con sus estrellas quieren ser como ellas. Sed bienvenidos a la reinterpretación de la Nueva Carne que ha vuelto con una película perversa, desagradable, obsesiva y sobretodo fascinante.
Año: 2012
Género: Thriller, Ciencia ficciónn, terror
Director: Brandon Cronenberg
Reparto: Caleb Landry Jones, Sarah Gordon, Malcom McDowell
Nota: 90
En 1983 David Cronenberg, padre de Brandon el director de Antiviral, estrenaba Videodrome una película maldita que además de ser peligrosamente premonitoria llevaba al cine un concepto sobre el acontecer del ser humano bastante abyecto y pesimista. La mutación y la deformidad física como expresión de lo peor de nuestro inconsciente. Encontramos referentes de este movimiento en H.R. Giger con claras alusiones a la sexualidad y la tecnología, en Clive Barker (Hellraiser) que lo utiliza como una constante referencia a la relación entre el placer sadomasoquista y lo demoníaco, incluso en Ballard cuyos personajes no hacen sino supurar físicamente los complejos de si psique.
Pero volviendo a David Cronenberg y su visión de la Nueva Carne, en Videodrome nos encontramos un planteamiento actualizado para del concepto en el que gracias a los medios de comunicación y la tecnología (en aquel caso el VHS) el ser humano iba dejar de ser hombre o mujer para convertirse en un nuevo ser vivo fusionado con la tecnología de una manera repugnante, interconectado con sus semejantes, sin espacio a la individualidad más allá de las perversiones.
Es curioso que casi veinte años después tenga que ser su hijo el que recupera y actualiza la Nueva Carne con un resultado espectacular. El universo que plantea Brandon en Antiviral es un futuro próximo en el que los ciudadanos del primer mundo han renunciado a sus cualidades como individuos para llenarlas con las cualidades de unos personajes singulares: Las celebridades. Se nos presenta una sociedad en la que queremos vestir, comer y vivir como los famosos. Eso da paso a querer ser como ellos, hasta el enfermizo punto de sufrir como ellos. Supongamos que la estrella de turno ha tenido un herpes en el labio, si nos inocularan ese mismo virus en la boca sería como si nos hubiera besado no sólo la poseemos, compartiendo su dolor nos convertimos en ella. Hasta tal punto llega la paranoia que las tiendas clandestinas clonan los genes de los famosos para generar carne artificial que se vende como embutido.
En medio de este podrido y asqueroso maremágnum de virus, expectoraciones sangrantes y pus está Syd el protagonista, uno de los jóvenes que venden las enfermedades de diseño. Sus ganas de hacer un dinero extra le llevan a auto-inocularse los mismos virus que vende para “piratearlos” y venderlos en el mercado negro. El problema es que se ha metido un virus que no tiene cura y va a morir en un par de días como le ha ocurrido a la estrella Hannah Geist.
Syd se lanza a una carrera por salvar su vida y descubrir quién está detrás de ese virus. Por el camino veremos a Syd empeorar físicamente a través de la evolución de la enfermedad y psicológicamente pues su obsesión por ser como Hannah porque al igual que el resto de la sociedad no ha sido capaz de resistir la tentación de tener a Hannah por completo, de poseerla mucho más allá del plano sexual.
Brandon Cronenberg realiza un relato sobre la enfermedad arrebatador en el según avanza la película todo se vuelve más sucio, más frágil, más contagioso y más desagradable para el espectador (si no estáis acostumbrados a un tipo de cine explícito Antiviral os va a repugnar por su propuesta estética). Además el director aprovecha las tesis de la Nueva Carne para escupir unas cuentas preguntas incómodas ¿qué nos hace individuos si otros pueden poseernos por completo?, ¿son nuestras obsesiones las que nos diferencian del resto de seres humanos?, ¿cuál es la esencia de un hombre, lo que le hace único?
Una película imprescindible que por su estética hiperrealista ahuyentará a la gran mayoría del público. Los que tengáis el estómago y las agallas de terminarla disfrutaréis o padeceréis (según se mire) una nueva joya del cine de género.