PELÍCULAS

Tras el visionado de la película me dirigí rápidamente a la web de los Globos de Oro para comprobar que, sorprendentemente, el premio que le otorgaron a Maryl Streep era el de mejor actriz de drama. Y digo esto porque pocos momentos dramáticos nos encontramos en la película, o por lo menos que sean efectivos. Mucho más llamativos son aquellos momentos de ensoñación o paranoia de la protagonista, generándose una sensación extraña, algo así como la que se produce en el visionado de un skecth de La hora chanante, pero menos gracioso.

Mucho más comedido que en el genial programa de Joaquín Reyes y compañía está el maquillaje que caracteriza a la ex presidenta inglesa. Suelo detestar este tipo de caracterizaciones, pero en este caso está realmente logrado y no limita la interpretación de su protagonista, sino que la potencia.

El mayor lastre de la película es un flojísimo guión que nunca encuentra su tono, mezclando momentos cómicos y dramáticos sin demasiado tino, además de simplificar en exceso la figura de la Thatcher y no centrarse en desgranar su leyenda de tirana.

Película que no contentará ni a sus seguidores ni a los detractores. Los primeros no quedarán contentos debido a la caricaturización del personaje, rozando la mofa, mientras que los que le tienen un odio visceral, se quedarán con la sensación de que se ha sido injustamente blando con ella. A la postre, nadie queda contento.